jueves, 13 de diciembre de 2018

El Torcal de Antequera, un delirio geológico.

Pepe Verdú. La Vanguardia. 9-12-2018.
El Torcal de Antequera, un delirio geológico
El Torcal de Antequera, Andalucía (bbsferrari / Getty Images/iStockphoto)


Parece una fantasía, un sueño febril, pero es muy real. No lo creó ningún artista desquiciado, sino la perseverante acción del tiempo y el agua sobre la roca. Es el malagueño Torcal de Antequera, un lugar con formas prodigiosas, inverosímiles, que desafían la lógica e invitan a liberar la imaginación.
Su historia empezó hace 200 millones de años. Andalucía Oriental no existía entonces, la cubría un gigantesco mar, habitado por muchos animales. Cuando estos morían, sus restos caían al fondo, donde se depositaban. Así sucedió durante 175 millones de años, un período suficientemente largo para que se acumularan grandes espesores de esqueletos, caparazones y conchas, ricos en carbonato cálcico, que acabaron compactados por su propio peso. Es decir, se solidificaron y convirtieron en rocas calizas.
Mucho después, hace apenas 25 millones de años, un gran movimiento tectónico combó y elevó aquellos sedimentos marinos, como si empujara una hoja de papel por sus dos extremos simultáneamente. A causa de ese cataclismo, las rocas calcáreas emergieron sobre el mar, quedaron a la intemperie.
Ahí se evidenciaron resistentes a la erosión del viento, pero muy vulnerables al agua de la lluvia, que las penetra y disuelve con facilidad. Fruto de esa acción, se crea un tipo de paisaje llamado cárstico, que se caracteriza por la escasez de agua en superficie —se filtra—, por la abundancia de simas, cuevas, pasadizos y gargantas, y por el moldeado extravagante de las rocas.
La península Ibérica tiene varios escenarios cársticos, pero la espectacularidad del Torcal de Antequera se sale de lo común, como insinúan los mismos nombres de sus formaciones rocosas: el Tornillo, el Sombrerillo, el Ataúd, los Prismáticos, el Cáliz, el Dado... Además, el Torcal tiene más de un millar de simas y cuevas, de las que se han explorado menos de doscientas. La cavidad vertical más profunda que se conoce es la sima de la Unión, con 225 m de hondura, un auténtico abismo. Otras simas llamativas son la Azul, con 115 m, o la sima de la Mujer, con 90 m.
Respecto a las cuevas, nuestros antepasados las aprovecharon como refugio durante la Prehistoria, en el neolítico, y atesoran valiosos testimonios humanos de esa época, sobre todo las magníficas cuevas de Toro y de Marinaleda. Como es natural, un territorio tan plagado de grutas y escondrijos también atrajo a proscritos, como las cuadrillas de bandoleros antaño, o, en tiempos más recientes, los grupos de maquis que combatieron el franquismo.
Formaciones de las rocas en el parque natural del Torcal de Anterquera
 La explotación económica del Torcal fue tradicionalmente muy escasa, conservándose el medio ambiente sin alteraciones. Esa situación cambió a raíz de la revolución industrial, cuando tres frentes se abrieron de manera casi simultánea: el carboneo, que acabaría con los encinares; la extracción de rocas calizas desde diversas canteras; y un pastoreo intensivo. La comarca sufrió esas actividades hasta que, en 1989, la Junta de Andalucía declaró el espacio Paraje Natural. Su protección implicó la paralización de varias canteras y la prohibición de un pastoreo caprino muy lesivo para la vegetación.


Tres rutas a pié

La mejor manera de explorar el Torcal es, sin duda, a pie, dejándose embriagar por la fantasía. Existen varios recorridos senderistas bien señalizados. Unos se pueden seguir por libre; otros requieren la didáctica tutela de responsables de la reserva y se conciertan en el Centro de Visitantes Torcal Alto.
Entre los primeros, el más sencillo es la Ruta Verde, un itinerario circular con 1,4 km de longitud, que empieza y acaba en el Centro de Visitantes. A pesar de su brevedad, pasa por formaciones muy vistosas, como el Hoyo de la Burra, la Esfinge, el Indio o el Vigía. Merece la pena aproximarse al cercano mirador de las Ventanillas, levemente apartado de la senda.
También circular y sin restricciones, la Ruta Amarilla es una versión un poco extendida de la Verde: tiene 2,8 km, empieza y acaba en el Centro de Visitantes, y añade otras formaciones a las anteriores, como el Camello, la Jarra, la Grieta, el Burladero, el Púlpito o el Adelantado. 
La Ruta Naranja o Subida al Torcal Alto es la tercera y última caminata que se puede hacer sin permisos. No es muy larga, solo tiene 3,6 km, pero remonta 269 m y discurre sobre un terreno muy pedregoso. Comienza en el aparcamiento inferior, y pasa por el mirador de Manuel Grajales, la Majada del Fraile, el Puerto de Tinajuela, la Cañada de Tosaires y el Monumento Natural del Tornillo, antes de acabar en el aparcamiento superior.

El íbice o cabra salvaje en el Torcal de Antequera

Fauna y flora

Cualquiera de esas rutas propicia el avistamiento de la fauna local, sobre todo si la marcha se hace en silencio, a primera o última hora, y con unos prismáticos a mano. El Torcal es el hogar de unas 120 especies de vertebrados. La familia más representada son las aves, hay 82 especies. También existen 22 especies de mamíferos, 11 de reptiles y cinco de anfibios, como los sapillos pintojo meridional y moteado ibérico, o el sapo corredor.
Impresiona la presencia de buitres leonados en el cielo, aunque también son interesantes aves como el búho real, el mochuelo, las collalbas negra y rubia, el avión roquero o la chova piquirroja. Entre los reptiles, sobresalen el lagarto ocelado, las lagartijas colilarga e ibérica, la culebra bastarda y la venenosa víbora hocicuda. El zorro, el tejón, la comadreja, el topillo o el conejo son los mamíferos más comunes.

En el ámbito botánico, el Torcal de Antequera acoge 664 especies de plantas, agrupadas en un centenar aproximado de familias. Las comunidades de mayor importancia son las rupícolas, adaptadas a las grietas de las rocas, con varias especies endémicas. Un buen lugar para familiarizarse con esa riqueza biológica es el Centro de Visitantes Torcal Alto, donde se proporciona información muy diversa todos los días de la semana. Se accede al Torcal en el Kilómetro 42 de la carretera A-7075, que comunica Antequera y Villanueva de la Concepción. Existen dos aparcamientos: a la entrada del Paraje Natural y junto al Centro de Visitantes.

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