Envejecimiento de la población y otras características.
El Envejecimiento se dispara en España en 2022 hasta el 133.5%
El Economista.es.
11 julio 2022.
Un año más, las cifras de envejecimiento en nuestro país vuelven a
sorprender al alza. Según los últimos datos del Instituto Nacional de
Estadística, en 2022 España ha registrado un nuevo máximo de
envejecimiento, del 133,5% o, lo que es lo mismo, ya se contabilizan 133
personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. Esta cifra
supone el mayor crecimiento desde 1999, de 4,4 puntos porcentuales,
teniendo en cuenta que el año pasado se situó en un 129,1%. En otras
palabras, España no envejecía tanto desde hace 23 años.
Contrasta la cifra actual (133,5%) con la de principios del milenio,
cuando nuestro país era aún joven. Como se observa en el gráfico, en
1999 aún había mayor población menor de 16 que mayor de 64, con un
índice de envejecimiento del 99%. A partir del año 2000 España es ya un
país envejecido, con una tasa de envejecimiento que supera el 100% y que
aumenta velozmente cada año, habiéndose producido el mayor incremento,
de hecho, durante el pasado ejercicio.
Este envejecimiento imparable es fruto de la confluencia de dos
factores: una tasa de natalidad en mínimos históricos y una esperanza de
vida en tendencia alcista. El pasado año la tasa de natalidad se situó
en 7 nacimientos por cada 1000 mujeres y el número de bebés nacidos
alcanzó la menor cifra de toda la serie histórica, con 338.532 niños, un
39% menos que hace una década. También el índice de fecundidad anotó su
valor mínimo (1,19 hijos por mujer), situándose ya muy por debajo del
nivel de reemplazo generacional, que debería alcanzar el 2,1 para que la
población se mantuviera en el tiempo, sin disminuir su volumen.
El hundimiento de la tasa de natalidad, que viene experimentándose a lo
largo de todo el milenio, se intensifica en este marco de crisis
cíclicas, en los que se interponen numerosos obstáculos, principalmente
de índole económico y laboral, que dificultan a muchas personas y
parejas hacer realidad su proyecto familiar. Así, junto a los efectos de
la pandemia aún presentes en muchas capas de la población, emerge hoy
un nuevo elemento: el efecto del alza en la inflación y la crisis de
suministros, agravado por la guerra de Ucrania: un escenario que dispara
la incertidumbre y las dificultades económicas de muchas unidades
familiares, que deciden posponer los nacimientos o renunciar a la
maternidad o paternidad.
Mientras, la esperanza de vida continúa su escalada y hoy se sitúa en
los 83 años, una cifra que si bien no ha experimentado cambios con
respecto a hace un lustro, alcanza valores bastante superiores a los
registrados en los años 90.
Esta crisis demográfica tiene un gran impacto en otro indicador: el
ratio de afiliados por pensionista. El año pasado cerró con una relación
cotizante-pensionista de 2,2, una cifra que si bien ha aumentado con
respecto a 2020 (cuando alcanzó el 2,14), aún se sitúa lejos de la tasa
2,6 que, según los expertos, sería necesaria para que desapareciera el
actual déficit contributivo de la Seguridad Social.
"El ratio actual no garantiza la sostenibilidad del sistema de
pensiones y exige dar respuesta urgente a retos como la cronificación
sistemática del desempleo entre los profesionales más veteranos,
invertir más recursos para regularizar la economía sumergida o impulsar
incentivos fiscales y laborales para impactar en las familias y
estimular la natalidad. Además, los planes privados y de capitalización
habrán de adquirir una progresiva importancia, como ya sucede en países
como Alemania, Reino Unido o Dinamarca", - afirma Francisco Mesonero,
director general de la Fundación Adecco.
El envejecimiento de la población constituye uno de los
fenómenos más determinantes de este siglo, siendo sus efectos ya muy
evidentes, y particularmente visibles en el mercado laboral. Así, el 20%
de las personas que tienen trabajo o lo buscan en España tiene 55 años o
más, frente al 12% de hace una década. Manteniendo esta evolución, en
2030 supondrán cerca del 30% de la población activa. A pesar de este
peso cada vez mayor de la fuerza laboral sénior, se produce una
paradoja, ya que las personas mayores de 55 años encuentran dobles
barreras para acceder al mercado laboral. En la actualidad, 562.900
profesionales que superan esta edad buscan trabajo en España y el 66% es
desempleado de larga duración, una cifra que desciende hasta el 47%
para el resto de la población.
Estas barreras tienen su origen en prejuicios y estereotipos sociales
que se trasladan a las empresas en forma de reticencias a la hora de
incorporar profesionales sénior. Por ejemplo, que sus competencias
estarán obsoletas, que serán menos flexibles o que tendrán una menor
capacidad de aprendizaje. "Se trata de creencias muy estereotipadas y
anacrónicas, que además eclipsan los valores habitualmente presentes en
las personas sénior como la experiencia, la madurez, el pensamiento
crítico o la templanza. A estas creencias se une otro factor, y es la
tendencia a la cronificación del desempleo entre los mayores de 55 años:
muchos afrontan la búsqueda de trabajo tras perder el empleo en su
empresa de toda la vida", explica Francisco Mesonero, director general
de la Fundación Adecco.
“¿Tener otro hijo más?
Ni se me pasa por la cabeza... Uno ya es suficiente responsabilidad”, asegura
tajantemente Yao Yi, de 32 años, gerente de una escuela infantil de kung-fu en
el noreste de Pekín y madre de una niña de ocho años. Su hija asiste a una
selecta escuela pública y los días libres recibe clases extras de pintura,
música y kung-fu, un gasto de dinero y tiempo considerables. “No lo podría
hacer con otro hijo”, dice Yi. Yao Yi y su esposo, un hombre de negocios, son
una de las parejas jóvenes de clase media de las que el Gobierno chino esperaba
que el año pasado solicitaran tener un segundo niño, después
de que en 2013 se relajara de manera significativa la política de un solo hijo
implantada en los años 80. Con las nuevas normas, pueden solicitar permiso las
parejas en los que uno de sus miembros es hijo único. Hasta entonces tenían que
serlo los dos.
Pero en su primer año,
la relajación no ha dado los resultados esperados. De los 11 millones de
parejas que cumplen el nuevo requisito, tan solo en torno a un millón, o el 9%,
han pedido los permisos necesarios, según las cifras de la Comisión de
Planificación Familiar. El Gobierno esperaba 2 millones. En Pekín, una urbe de
20 millones de habitantes, solo 30.000 parejas solicitaron la autorización. En
Shanghái fueron 16.000, únicamente el 4,6 % de los candidatos potenciales. En
parte porque la idea de un solo descendiente ya está arraigada tras 30 años de
política del hijo único, y en parte porque la sociedad china está cada vez más
desarrollada, “hoy día la gente ya no desea tanto tener hijos, especialmente en
las ciudades. Incluso los que solicitan permiso para un segundo niño no es
seguro que vayan a acabar teniéndolo”, dice el demógrafo He Yafu, autor del
libro El Incontrolable Control
de la Población.
En una sociedad cada vez
más competitiva, el gasto para que el único vástago llegue lo más lejos posible
puede obligar a que padre, madre y los dos pares de abuelos le dediquen sus
recursos económicos. Una encuesta que publicaba el diario Qiangjiang Evening Post cifra
en 100.000 yuanes (14.328 euros) el gasto de criar un hijo hasta los 12 años,
en un país en el que la renta disponible media es de 20.167 yuanes (2.887
euros) anuales. En otros casos, como puede ocurrir en otras economías
desarrolladas, las
parejas no quieren volver a pasar las complicaciones de criar un bebé o no
quieren sacrificar su carrera laboral.
Esta escasez de
nacimientos abre la puerta a una bomba de relojería –un rápido envejecimiento
de la población combinado con un desequilibrio anormal en el número de hombres
y mujeres, debido a la preferencia tradicional por un hijo varón– que el
Gobierno chino contempla con espanto.
Según la Oficina
Nacional de Estadísticas china, la población total del país creció en 2014 un
0,52%, para quedar en 1.370 millones de personas. Pero la población activa
descendió por tercer año consecutivo y perdió 3,7 millones de personas, para
quedar en 915,83 millones. Esa tendencia crecerá aún más en el futuro, con
consecuencias negativas en la demanda interna, la capacidad de producción y la
competitividad, según los expertos. La ONU calcula que para 2035 el país
contará con casi 400 millones de jubilados, más del 25% de la población. Dada
la muy limitada infraestructura de la Seguridad Social china, no es de extrañar
que instancias como el Gobierno local de Shanghái hayan lanzado un llamamiento
directo a las parejas cualificadas para que tengan ese segundo hijo.
Pekín
confía en que a medida que pase el tiempo y se conozca más la nueva política,
las parejas se animen a tener otro bebé. La Comisión de Planificación Familiar
espera un aumento significativo en el plazo de dos a tres años. Mientras tanto,
el Gobierno ha endurecido las normas contra los abortos selectivos por razón
del sexo del feto. Aunque ya estaba prohibido informar del sexo del niño en las
ecografías, las parejas no podrán enviar muestras de sangre al extranjero para
conocer de esa manera si esperan un varón o una niña. Aunque no es suficiente. Según
el experto en población Yi Fuxian, de la Universidad de Wisconsin-Madison, a la
vista de los problemas que se perfilan el Gobierno chino acabará permitiendo
“pronto, quizá en dos o tres años” que cualquier pareja tenga dos hijos.
También sugiere medidas complementarias, como “rebajar el alto coste de la
vivienda o conceder incentivos fiscales a las parejas que tengan más de un
hijo”. Algunos funcionarios de la Comisión de Planificación Familiar parecen
estar de acuerdo. Según cita el diario hongkonés South China Morning Post, el subdirector de ese
organismo en la provincia de Shanxi, Mei Zhiqiang, propuso en una
reunión esta semana la abolición por completo de esa política: “Debemos
asegurarnos de que nuestro sistema y nuestra política permiten a nuestros hijos
tener dos hijos... y deben tener dos hijos”. Aunque está por ver si esas
medidas darían resultado. Yao Yi lo tiene muy claro: “Un hijo no es un juguete.
No voy a tener otro porque alguien quiera que lo tenga”.
Un exceso de 34 millones de varones
Macarena
Vidal Liy, Pekín
Pese
a que la diferencia se ha reducido en los últimos seis años consecutivos, la
proporción de nacimientos anuales de hombres con respecto a los de mujeres
sigue siendo anormalmente alta. En 2014 nacieron en China 116 niños por cada
100 niñas. Una década antes, esa proporción era de 121,2 varones por cada 100
mujeres. La proporción natural es de aproximadamente 105 niños por cada 100
niñas. Ello se debe a una combinación de la política del hijo único con la
preferencia tradicional por los descendientes varones, sobre todo en el medio
rural. El personal sanitario tiene vetado informar del sexo del feto y los
abortos selectivos están prohibidos, pero no es imposible encontrar maneras de
saltar esa prohibición. Según el autor He Yafu, “si no hubiera existido la
política del hijo único, aunque la mentalidad tradicional está aún muy
arraigada en algunas zonas, la gente hubiera podido cumplir su deseo de tener
un varón simplemente teniendo varios hijos”.
El
desequilibrio, acumulado a lo largo del tiempo, ha creado una “bolsa” de 34
millones de varones más que mujeres, más que toda la población de Canadá, o las
de Portugal, Grecia y Bélgica juntas. La televisión estatal CCTV la ha
calificado de “épica” y “la más seria y prolongada del mundo”. En un país donde
la soltería es casi un anatema, esos “hombres sobrantes” suscitan preocupación
sobre posibles problemas de violencia sexual o el incremento de lacras que ya
son muy reales, como el tráfico de mujeres procedentes de otros países vecinos
más pobres.
En
su informe de 2014 sobre tráfico de personas en el mundo, el Departamento de
Estado de EE UU señala que la desproporción entre varones y mujeres “puede
servir para aumentar la demanda tanto de prostitución como de mujeres
extranjeras como novias para los hombres chinos, y ambas pueden procurarse por
la fuerza o por la extorsión”, de países como Birmania, Vietnam, Mongolia, Camboya,
Laos y Corea del Norte.
ESPAÑA.
Según el INE la población española sigue envejeciendo
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