jueves, 23 de noviembre de 2017

Arte y artistas franceses.

INGRES.


"Si Dios fuera pintor tendría sin duda el genio de Leonardo, la dulzura de Rafael, la fuerza de Miguel Ángel o el color de Delacroix. Pero lo que es seguro es que tendría el dibujo de Ingres”. Edgar Degas, 1855. Fuente: Museo Nacional del Prado.
La Gran Odalisca. Ingres. 1814. Louvre.


"El 23 de noviembre del 1682 moría Claudio de LORENA, pintor francés establecido en Italia. Creó una nueva concepción del paisaje clásico, en el que destaca el tratamiento de la luz en todas sus fases, desde la aurora hasta el ocaso.
En sus obras, la belleza del paisaje se asocia al mundo antiguo, con horizontes infinitos y figuras diminutas sumergidas en una gran vista natural." FUENTE: Museo del Prado.
“El embarco de Santa Paula Romana” (hacia 1639) de Claudio de Lorena.




Hyacinthe RIGAUD. (1659-1743)
Desde 1688 fue el pintor predilecto de la corte francesa, sobre todo de Luis XIV, el Rey Sol, y retrató a la familia real y a los cortesanos más influyentes.  La gran calidad de las obras de Hyacinthe Rigaud y otros artistas hicieron del retrato uno de los géneros más destacables de la pintura francesa de su época. Fuente: Museo del Prado.

Luis XIV.

LOUIS MICHEL VAN LOO. (1707-1771).
Fue un pintor francés. Su estilo puede considerarse del barroco final, enlazando con el academicismo del neoclásicoEstudió con su padre, el también pintor Jean-Baptiste van Loo, en Turín y Roma, y ganó un premio en la Académie Royale de Peinture et de Sculpture de París en 1725. Con su tío, el también pintor Charles-André van Loo, estuvo en Roma entre 1727 y 1732. En 1736 llegó a ser pintor de cámara de Felipe V de España en Madrid, donde fue miembro fundador de la Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1752. Testimonio de esta relación es su cuadro Venus y Mercurio, conservado en dicha institución.
Su obra más importante de este periodo es un retrato colectivo de extraordinarias dimensiones: La Familia de Felipe V (1743), en el que aparece el rey rodeado de sus hijos (entre ellos los futuros reyes Fernando VI y Carlos III) y su segunda mujer, Isabel de Farnesio. Volvió a París en 1753, donde pintó numerosos retratos de Luis XV de Francia. En 1765 sucedió a Charles-André como director de la escuela especial de la Academia Francesa conocida como École Royale des Élèves Protégés (escuela real de alumnos protegidos). Fuente: Wikipedia.


FRAGONARD.

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ELISABETH VIGÉE LE BRUN

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Julie Lebrun en baigneuse
Título original: Julie Lebrun en baigneuse
Colección particular
Técnica: Óleo (73 × 55.5 cm.)
Escrito por: Sonia Ruz Comas        
Es esta una de las obras más conocidas y quizá una de las más bellas de Élisabeth Vigée-Lebrun. La bañista del título, que parece sorprendida en su aseo, no es otra que la hija de la pintora, Julie Lebrun, conocida familiarmente como Brunette (quizá por el color de su pelo, ya que brunette quiere decir morena en francés, o puede que fuera un diminutivo cariñoso de su apellido). La pequeña aparece en muchos de los cuadros de la artista, ya desde su más tierna infancia, hecho que demuestra la adoración que Élisabeth sentía por ella. En efecto, madre e hija estuvieron siempre muy unidas, y la prematura muerte de la joven, a los treinta y nueve años, sumió a Élisabeth en un estado de profundo abatimiento.
La vi otra vez, la sigo viendo en los días de su infancia. ¡Oh, infortunio! ¿Por qué no me sobrevivió?, grita la madre, desesperada, en la última página de sus memorias, cuando evoca las últimas horas de su hija.
Julie Lebrun aparece representada a los doce años. En un gesto de pudor y vergüenza, se cubre el pecho mientras dirige una mirada asustada hacia algo que está más allá de nosotros. Ese algo no es otra cosa que los dos viejos del relato bíblico, aquellos que querían manosear a la pobre y casta Susana, ya que parece ser que Vigée -Lebrun se inspiró en el episodio para pintar la obra. En este caso, la pintora describe la escena de un modo distinto a su homónima Artemisia Gentileschi, pues los dos viejos acosadores desaparecen del lienzo y la atención se centra exclusivamente en la reacción de la muchacha. La figura de Julie se erige como una estampa clásica (acentuada por el drapeado de su camisón y su pelo recogido a la romana), en concordancia con los aires neoclásicos del momento. Pocos años atrás, en 1789, madre e hija habían iniciado un largo peregrinaje por las cortes europeas, ya que a Robespierre y compañía se les había atragantado la amistad de la artista con la reina María Antonieta. Así, divorciada y con su pincel como único medio de sustento, Élisabeth Vigée-Lebrun consiguió mantenerse económicamente, lo que no deja de ser una proeza en pleno siglo XVIII tratándose de una mujer.

El cuadro, de dimensiones íntimas, fue pintado en 1792 durante la estancia de las dos mujeres en Rusia, que fue muy prolífica para Vigée-Lebrun a nivel artístico.

DELACROIX.


MANET 



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