Esta semana le damos voz a una polifacética y magnífica escritora colombiana Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquía, 1951).
Mujer, amante y amada, -"Todo el vino del mundo está en tu boca/todo el pecado/ y la inocencia toda"/-, Madre, que sufre el dolor más extremo, la pérdida de un hijo -"Pero no tengo cuerda/ ni red para salvarte/ni oración que conjure las tinieblas"-, Profesional, varias décadas como profesora universitaria y Escritora, sobre todo poeta, pero también novelista, dramaturga y crítica literaria. Un par de poemas de Piedad Bonnet, son nuestra particular y sencilla manera de celebrar el próximo 8 de marzo, el Día de la Mujer, porque nos alegramos de los logros de las mujeres y, porque creemos en la necesidad de seguir evolucionando en la conquista de un mundo en igualdad con el hombre en todas las culturas de la Tierra.
.Mujer, amante y amada, -"Todo el vino del mundo está en tu boca/todo el pecado/ y la inocencia toda"/-, Madre, que sufre el dolor más extremo, la pérdida de un hijo -"Pero no tengo cuerda/ ni red para salvarte/ni oración que conjure las tinieblas"-, Profesional, varias décadas como profesora universitaria y Escritora, sobre todo poeta, pero también novelista, dramaturga y crítica literaria. Un par de poemas de Piedad Bonnet, son nuestra particular y sencilla manera de celebrar el próximo 8 de marzo, el Día de la Mujer, porque nos alegramos de los logros de las mujeres y, porque creemos en la necesidad de seguir evolucionando en la conquista de un mundo en igualdad con el hombre en todas las culturas de la Tierra.
Las cicatrices.
No hay cicatriz, por brutal que parezca,
que no encierre belleza.
Una historia puntual se cuenta en ella,
algún dolor. Pero también su fin.
Las cicatrices, pues, son las costuras
de la memoria,
un remate imperfecto que nos sana
dañándonos. La forma
que el tiempo encuentra
de que nunca olvidemos las heridas.
De explicaciones no pedidas. 2011
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Ni los sueños.
Ni los sueños, donde tu rostro tiene todas las formas de la dicha,
ni el sol que tanto amo sobre mi cuerpo desnudo,
ni la grata canción del antiguo trovero enamorado,
ni el verso de Darío ni el verso de Quevedo,
ni esta luna que brilla con brillo de alcancía,
ni tu nombre por otros pronunciado,
ni el eco de mis pasos en la inmensa catedral solitaria,
ni el rosal que yo siembro con mis manos y me sangra los dedos,
ni las noches insomnes,
ni tu dulce retrato mentiroso,
ni el tiempo, -ese falsario de mil rostros-
pueden calmar mi pena de no verte.
Canciones de ausencia. 2
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